miércoles, 25 de abril de 2018








Tic tac...tic tac...tic tac...

Experimentar con la noche no es para cualquiera,
no todos tienen el apetito y la sed de la sangre, no todos tienen
el valor suficiente para enfrentar lo que se esconde detrás del silencio.
Cuentan que hace cientos de años los hombres tenían por costumbre
traspasar las fronteras de la muerte. Se dice que un ritual macabro se llevaba
a cabo durante  dos noches consecutivas en la semana.
En esa ceremonia  maldita las familias más pudientes donaban cinco de sus
criados más jóvenes, los cuales eran condenados a una agonía dolorosa, cuyo único
fin era alimentar a las sombras que surgían de la tierra.
El rito comenzaba justo después de la medianoche, una extraña niebla cubría el lugar,
algunos historiadores aseguran que el mismo Sátan se hacia presente, lo describen como
un ser de aspecto fornido pálido y hermoso, con una mirada increíblemente diáfana tan
diáfana como mortal.
Una vez que la espesa niebla se disipaba miles de espectros se apoderaban de sus víctimas
que desnudas y atadas a varios postes eran consumidas lentamente bajo la atenta miradas
de los hombres.
Una vez saciada su maldad, los espectros conducían a los vivos por un sendero sangriento
hacia los portales de la inmortalidad donde el río de la eterna juventud fluye silenciosamente.
Las  sombras tienen rostros, tienes oídos, tienen ojos pero carecen de memoria y benevolencia.
Se dice que la traición es el peor  de los pecados y la más aberrante forma de perseverancia.
Una noche en plena ceremonia los ya fallecidos anularon sus promesas,los vivos fueron cazados, mutilados y devorados por sus propias víctimas.
Hay óleos que consagran éste acto macabro, óleos desconocidos para los hombres simples,
óleos que son fuertemente custodiados por los más acérrimos pregoneros de la fe, óleos
que solo son apreciados por los más allegados al Papa.
La ambición de los vivos no tiene limites, la muerte, ese nexo inexorable entre lo natural
y lo inerte es aterrador, tan aterrador como real.
Según dicen algunos que no hace tanto tiempo una puerta fue abierta, una puerta
que ya no se pudo cerrar...

JUAN ARÉVALO.






el lenguaje humano no es más que un método arcaico de comunicación, las sombras que acechan en la oscuridad han desarrollado un léxico  instinto silencioso


Todos los relojes han detenido sus agujas, un punto negro va consumiendo todo
a su alrededor, las puertas del más allá fueron abiertas, ahora, solo queda esperar.





miércoles, 21 de febrero de 2018

Idilio.

Describió sobre cinco renglones un cielo para ella, un cielo celeste
impoluto y eterno.
Le dio una identidad terrenal, lo llamó " tus ojos " .
Ella sabía pintar sobre lienzos a la luna, rodeada de mil constelaciones
con pinturas de todos los colores, que luego regalaba a los niños pobres de la ciudad.
Marginados por el mundo de la estética se refugiaron en la soledad
más acérrima de la lágrima que aflora de los corazones despojados
de felicidad. La muerte, esa misteriosa vastedad silenciosa consumía sus
vidas lentamente.
El otoño comenzaba a agudizar su austeridad, el dolor de ser los inducía
a trasmutar en versos, acuarelas, caricias, plegarias.
Llegó el último de los ocasos, miles de libélulas invadieron el lugar.
Anochecía en pleno día, un idilio casi mágico los iba envolviendo....ambos se
tomaron de las manos, se miraron con melancolía y sonrieron por última vez.

JUAN ARÉVALO.

















jueves, 1 de febrero de 2018



Mi apariencia es la de una niña inocente, pero no
siempre fui una muñeca. Cuando era humana lo tuve
todo, fama, amor, dinero, familia y un perro.
Cuando morí todas mis malas acciones fueron juzgadas
y condenadas. Me dieron a elegir, el infierno, un árbol o una muñeca.
Opté por la última opción.
Fui adoptada por una niña cuyos ojos tienen el color del cielo y sus cabellos
el color del sol.
Dicen que todo se paga, que tarde o temprano nos llega la factura de lo que
hacemos y puedo asegurarles que no es mentira.
Tengo que dejar de escribir, escuché los pasos de la niña, pronto estará
aquí. Solo espero que hoy no se le ocurra jugar a ser Víctor Frankenstein.


JUAN ARÉVALO.

















Se fue a pasos de murga, parecía como si todas
las cosas del mundo se hubieran detenido.

Imagina lo que hay dentro de un cuerpo sólido,
partículas  bien ordenadas sosteniendo una simetría
resistente al cambio.
Imagina una vida sin curvas, sin caídas, sin estruendo, sin subidas.
Imagina una base de concreto, ahora pon sobre ella una
cajita musical, dale cuerda y deja que poco a poco la bailarina
vaya cubriendo con su danza todas las horas muertas.
Prestá atención, no quites tu ojos de tu mente, observa
con detenimiento como todo va cambiando.
El silencio ahora es una suave melodía, la soledad ha dejado de doler,
todo lo áspero está siendo pulido.
¡No! No te rías, es la vida...

JUAN ARÉVALO.




martes, 30 de enero de 2018

Omnipotentes se levantan
tomando lo que les fue saqueado.
Irreverentes se consumen en hogueras encendidas
por los cuatro vientos.
Inexpertos amantes de la alquimia
bufones de la mediocridad, arcaicos cuerpos celestiales.
Parábola del amor, solsticio de verano
impetuosos mares , paroxismos de dolor traspasando toda verdad.
El ferviente amor fluye por sus venas,
hambrientas he incontrolables pasiones
lascivas efervescencias contaminándolo todo.
La maldita muerte se siente amenazada
la inmortalidad lucha ferozmente contra leones de fuego
en el lecho, los amantes perpetúan su idilio.

JUAN ARÉVALO.






La verdad desangra  entre fragmentos de vidrios.

Buscó la ropa interior que más le seducía, contuvo el aliento
mientras se miraba al espejo, no tenía nada que ocultar. Se sentía
segura, hermosa, única. Por un momento su alma sollozó, su piel
se cubrió de pequeños fragmentos de historias. La vida la sorprendía
una vez más.
Nadie se detiene a observar el dolor ajeno, nadie comprende lo que
hay bajo la piel del que agoniza, todos pasan de largo ignorando las
lágrimas que mueren sobre el pavimento.
Hay reflejos en el espejo que nos dicen quiénes verdaderamente somos,
qué se oculta bajo las máscaras, qué pensamos y qué sentimos.
Ella prefirió la oscuridad antes que las miradas prejuiciosas. Dentro de su
habitación creó un mundo solo para ella. Los inquisidores están en todas
partes buscando las sobras de los infelices, sin misericordia hunden sus uñas
en la mierda y escarban y escarban hasta que el dolor y la culpa satisface
sus miserables vidas.
Carolina danzó al ritmo del humo del cigarrillo, que melancólicamente moría 
entre las rendijas del cenicero. Su ropa interior la enamoraba, no era una más.
Detuvo su danza, tomó sus cabellos,de apoco fue quitando la peluca, el aire
asfixiaba, la noche apagaba sus estrellas, los paseantes uno a uno detenían su andar,
dentro de una pequeña botella un diminuto barco yacía destrozado.
El puto miedo de ser lo fue torturando, ahora Carolina dormiría por siempre.
La semilla nunca germinó, las flores nunca vieron el sol, su gato nunca se había
marchado.
Tomó el espejo y lo arrojó con furia contra la pared, la verdad se
quebró en pedazos.
La vida permanecía inmóvil, aterrada, silenciosa, vulnerable...

JUAN ARÉVALO.



martes, 23 de enero de 2018

El pacto

Lo pactado se llevaría acabo después de la medianoche.
Ella sabía que no le quedaba mucho tiempo, una extraña
enfermedad la estaba apagando. No quería sufrir, y había
pagado para no sentir dolor. Como de costumbre preparó
el café, las pastillas para dormir y el libro que había elegido
releer por última vez. No tenía ninguna clase de miedo, nunca
sintió temor por nada. Tomó su café, terminó de leer y se recostó
sin desvestirse. Miró las pastillas, sonrío.
Él, entró sigilosamente, subió las escaleras con mucho cuidado,
una vez frente al dormitorio suspiró varias veces, del otro lado de
la puerta la tragedia definiría su historia.
Cerró los ojos y tomó el picaporte, lentamente fue abriendo,
el olor a humedad se dispersó por toda la casa.
La electricidad había sido anulada.
Contó los pasos, se detuvo al llegar a la cama, por un momento
sintió deseos de volver atrás. Poco a poco se fue desvistiendo, su juvenil
cuerpo nunca había sido corrompido por la carne.
Ella aparentaba dormir.
El instinto de procreación no da lugar a reproches.
Algo tembloroso desnudó a la agonizante, y embistió con furia.
Una vez concluida su tarea tomó la daga debajo de la almohada, el remordimiento
corría desesperado por su cuerpo, por sus lágrimas, por la filosa hoja que se abría
paso entre los pechos de la mujer.
El tic tac del reloj se detuvo bruscamente.

JUAN ARÉVALO.

domingo, 21 de enero de 2018

Paradoja.


¿ Qué pasaría si encontrarán los dos mejores jugadores del mundo cara a cara ?
Uno, el arquero invencible, al que nunca le hicieron un gol. Un arquero que
por naturaleza es imbatible en los penales.
El otro, un goleador que nunca falla, un goleador nato. Un goleador que
por naturaleza está destinado a salir siempre victorioso en los penales.
¿ Sería un duelo eterno ? ¿ Se atrevería la muerte a interponerse entre ambos ?

Anoche soñé que yo era el único espectador de esta paradoja.
Me vi en todas las etapas de la vida, infancia, niñez, adolescencia,
juventud, adultez, ancianidad.
Lo curioso de todo, es que los protagonistas principales seguían igual de joven
que al principio del encuentro. La monotonía empezaba a lastimar mis ojos, mis
reflejos fueron perdiendo lucidez. Creo que habían pasado varios años, cuando
desperté, mi pelo, mi voz, mis párpados, mis codos, mis esperanzas y mis piernas
habían envejecido. Tanto habían marchitado, que nunca más pude levantarme
de aquella cama que aún hoy sigue aferrada en el segundo piso, de aquel viejo
hospital que hace tiempo  fue demolido.

JUAN ARÉVALO.
Mi mundo esterilizado

Todo lo blanco con el tiempo se va cubriendo de polvo,
una capa y otra más hasta que la blancura desaparece.
La castidad es corrompida, lo nuevo va marchitando a medida
que es usado.
Nada perdura en su estado natural, ni siquiera las palabras.
Todo poco a poco va dejando su niñez perdiendo relevancia.
Las heridas van cicatrizando, el alma se torna pesada,
tanto que nuestros pies van menguando sus pasos.
Todo caduca, el hombre, sus inventos, sus religiones,
sus utopías, todo, todo tiene un límite, una edad, un ciclo,
un hola y un adiós.
La tierra va mutando año tras año, miles de especies mueren
y otras renacen.
El universo se expande, las estrellas se devoran a sí mismas.
Inexorablemente los mares irán abarcando todo, lentamente,
como un reloj de arena que ha perdido la noción del tiempo.
Ayer la naturaleza se paseaba desnuda e implacable,
hoy ha sido desterrada, asfaltos, enormes edificios, infinitas carreteras
le han sustraído cada uno de sus aromas debilitando su fortaleza.
El sexo, el placer de la carne, la procreación, la evolución, la necesidad
de permanecer intactos al transcurrir del tiempo fue manipulando al destino,
si hasta la muerte se siente insegura.

Mamá me llevó en su vientre por nueve meses, cuando me dio la vida lloró
emocionada ignorando que había dado al mundo un ser totalmente insolvente.
Lo tangible se va deshaciendo a plena luz del día.
Hoy a muerto un pez, nadie ha reparado en la tragedia, no era un pez cualquiera,
era el último de su especie.

JUAN ARÉVALO.












sábado, 20 de enero de 2018

No siempre puedes sonreír, no siempre puedes amar,
no siempre puedes vivir.
A veces no hay nada que decir,
porque reír o amar.
No siempre hay un camino a seguir.
Hay días en que todo se vuelve un gran espejismo donde
pasamos largas horas tratando de encontrar algo que nos
haga retroceder y querer empezar todo de nuevo.
Es imposible forzar al corazón a vivir, forzar a la razón,
a la verdad, resumir la vida en una pequeña pieza de ajedrez,
y dar el movimiento justo y preciso.
Es mentira que todo es para siempre,
que las cosas vienen en pares, que la piel se eriza cuando la rozan,
es mentira que siempre debo tener palabras para ti.
No siempre hay un abrazo guardado, ni una caricia suspendida en el aire
esperando ser necesaria, como es mentira que hay odios que puedan ser
aplacados, todo es una ilusión con sabor a hiel.

Restos de contradicciones brotan de las paredes, de las cortezas de los árboles
convidándonos a formar parte de está gran confusión que es la humana existencia.

JUAN ARÉVALO.



viernes, 19 de enero de 2018

Suspira por lo bajo, sostiene su alma en sus manos
sabe bien que ya no tiene nada. Busca en sus bolsillos
una moneda, no la encuentra, la ha perdido.
Su bastón ya no lo sostiene, sus piernas se tambalean,
el precipicio está aun paso y nunca quiso tener alas.
Su ansiedad lo ha vuelto solitario, su amor por el mundo
lo ha relegado ha sus comienzos.
Ahora, su voz se pierde en la nada, no hay nadie que lo escuche,
que lo haga volver a sentir.
Equilibrista, actor de una obra que nadie ha visto, prejuicioso
a la hora de decidir. Siempre vio el mundo desde afuera.
Fiel a la vida, aunque ésta siempre le haya sido infiel.
Nunca ha logrado alcanzar lo que buscó, siempre lejos de lo soñado,
no por propia decisión, inmaculado se muestra ante la vejes, como
si el perdón le fuese concedido.

JUAN ARÉVALO.

miércoles, 17 de enero de 2018



Buscar lo que nunca he perdido
sin saber que encontraré.
Ser aire, agua, vastedad, eternidad.
Trasmutar en silencio, ocio, soledad
perpetuarme en los caminos
olvidar lo que fui, lo que soy, lo que seré.
Inclinarme ante el tiempo, ganarle a la muerte
hundir mis pies en el lodo
reír sobre lágrimas, tomar lo que me corresponde.
Largo camino, inerte cielo, purezas contaminadas
por las inclemencias de una vida vulnerable.
Raudo caminar, aunque esté siempre en el mismo lugar
multitud de estrellas plateando esperanzas, mustias esperanzas.

JUAN ARÉVALO.